En el centro de la habitación estaban el cajón, los candeleros y Gregorito. Cubriendo las cuatro paredes había un viaje de mujeres sentadas en sillas de la casa y de las casas de los vecinos, rosario en mano, reza que te reza, suspiros por aquí, jipíos por allí, y Sulpicio, la viuda, metida en un baño de lágrimas y casi bebiéndose los mocos, que no paraba. Así que Lucas se va derechito a ella, que estaba sentada en una silla al pié de la cabecera del cajón.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
COMENTARIOS