domingo, 25 de agosto de 2013

¿SE PUEDE SALIR DEL BACHE?

         Hay más de 5 millones de ciudadanos españoles en situación de paro, lo que, además de los propios españolitos, lo saben también los alemanes, los franceses, los italianos, los finlandeses, los estadounidenses y hasta los nigerianos, que ya es decir.
Los bolsillos de los españoles  de a pié han entrado en la fase de “cuarto menguante”, consecuencia de la reducción o la pérdida de su salario habitual, la casi desaparición de diversas prestaciones sociales, o la pérdida de sus ahorros de muchos años adquiriendo las “participaciones preferentes” que las Cajas de Ahorro pusieron en el escenario financiero español, invitando e incitando a los pequeños ahorradores, aprovechando ese grado de confianza que se crea siempre entre el depositante y su gestor o amigo bancario.
Esto, unido al mayor costo de los productos a adquirir, consecuencia, entre otros, del incremento del IVA o el IGIC que paga por igual todo hijo de vecino que, como impuesto indirecto, no se aplica en función de las ganancias de cada ciudadano, sino sobre las compras de bienes y servicios que realice cualquier familia—las de arriba y las de abajo—, a la hora de adquirir lechugas, o aspirinas, o pañales, o bien utilizar los servicios funerarios para un familiar que fallece. Lo cierto es que el país se empobrece de día en día.
Este esfuerzo, sin embargo, no lo realizan absolutamente todos los españoles. Al menos hasta hoy han quedado intocables, bien salvaguardados, los bolsillos de los representantes del pueblo, es decir de  la clase política.
Un simple ejemplo: El Senado. Esta institución, de representación territorial—según parece—, la componen 259 miembros políticos. En números absolutos,  es  el mayor de todos los Estados que conforman la Unión Europea, sea cual fuere su población. Tal cifra supone una media de 15,24 Senadores por Autonomía. Pienso que una media de 7 Senadores sería más que suficiente, lo que supondría  un ahorro de dinero público equivalente al costo actual de 140 Senadores (sueldos, dietas, viajes, alojamientos, comidas, etc.), que ya es una cifra importante para reducir el  déficit presupuestario.
 Otro ejemplo: La Cámara Baja o Congreso de los Diputados. Al igual que en el Senado, de cada partido político, siendo miembros de la Cámara, trabajan unos pocos, menos aún son los oradores, y el resto sólo sirven para hacer bulto, aplaudir a los compañeros oradores  y votar disciplinadamente. Como puede pensar cualquier ciudadano—y yo me incluyo—,si se redujese el número de Congresistas a la mitad, con 175 representantes del pueblo se podría hacer lo mismo que hoy se hace pues, fuere el número que fuere, el dato porcentual, que es lo importante, no cambia. ¿En cuánto se reduciría el endeudamiento del Estado?
Modificar la composición de ambas Cámaras  no es un sueño, está simplemente en la voluntad de los partidos políticos. Todos ellos, por igual, dicen constantemente que hay que trabajar en beneficio de los españoles. Háganlo.
Si por extensión hablamos  de las Comunidades Autónomas, de las Diputaciones Provinciales, de los Cabildos Insulares canarios y de los Ayuntamientos del país, ¿cuánto dinero público podría ahorrarse reduciendo el número de miembros de sus cámaras?
No olvidemos, por último, que en España existen, en junto, bastante más “asesores” que representantes políticos departamentales. ¿Es que con un solo asesor por representante político no  funcionan debidamente los diversos departamentos?
¿Acaso alguien es capaz de afirmar que las reducciones citadas incrementarían el paro y es por eso por lo que nada se toca? Quisiera ver quien tira la primera piedra con tal afirmación.
 Los medios informativos, conocidos como el cuarto poder, continúan utilizando cada día términos que han sumido a los ciudadanos en permanente desazón e inquietud con tanta palabreja tan de moda como burbuja inmobiliaria, hipoteca subprime,  crisis, prima de riesgo, rescate soberano, rescate financiero, línea de crédito, secuestro, activos tóxicos, Bruselas, troika, hombres de negro y algunas más que por feas no las nombro. Haciendo un aparte con los políticos y el quinto poder (el financiero), muy pocos ciudadanos tienen verdadero conocimiento de lo que significa  esa sopa de letras.
Muchos amigos míos me preguntan qué pasaría si España decidiese volver a la peseta, evaluándola o devaluándola a conveniencia de nuestro país, sin previa autorización de nadie. Yo les he dicho que marcharnos de la zona Euro pondría en tal apuro a la Unión Europea, al Banco Central Europeo y a su jefa, la Sra. Merkel, que a buen seguro cambiaría absolutamente todo el condicionado que se le quiere imponer a España, por  pedigüeña. A lo que parece, España ha perdido su capacidad de pensar. Sólo obedece, que es más cómodo y menos impopular para el que manda.
Haciendo un poco de historia, en innumerables ocasiones oí decir a un ex Presidente del Gobierno aquella expresión de que ¡España va bien! Era la época en que con la nueva Ley del Suelo de 1998 se puso en marcha con gran empuje el llamado “ladrillazo”, acompañado de la activísima participación de las entidades financieras—principalmente las Cajas de Ahorro, cuyos Consejos de Administración estaban en manos de los políticos de turno—, que llegaron incluso hasta ofertar préstamos por cifras superiores al 100% del costo de la vivienda que se pretendía adquirir, sin más  garantía de cobro que la real del propio inmueble.
Con tanta voracidad, las entidades crediticias ganaron y contabilizaron ingentes cantidades de dinero. Y así llegamos, como se podía esperar simplemente escuchando la teoría de los ciclos, a la situación de que ¡España va mal!
A consecuencia del impago de tanto crédito hipotecario, unido a las altas remuneraciones de las cúpulas de muchas entidades financieras, sus activos  se han vaciado de dinero y se han llenado de inmuebles que, además, no han sido debida y obligatoriamente provisionados, con lo que los balances figuran ciertamente inflados. Y ahora, ¿qué hacen estas entidades? Pedir buenos chorros de dinero al  Banco Central Europeo, vía Moncloa.
Este desastre financiero se inició en los Estados Unidos de América, y la historia nos dice que cuando ese país tose,  el mundo entero contrae la gripe. Es preciso, pues, correr para diagnosticar y dosificar los medicamentos antes que lleguen las fiebres altas.
Según nuestra Constitución, toda persona tiene derecho a un trabajo en condiciones dignas y justas. A su vez, nos dice que el trabajo es también una obligación social.
A partir de aquí recuerdo lo que hicieron los ascendientes de la Sra. Merkel  en los años 1945 y siguientes, una vez concluida la segunda guerra mundial, lo que se llamó el “milagro alemán”, que consistió en que, además de la ayuda estadounidense del celebérrimo ”Plan Marshall”, todos los alemanes, en un intento de reconstruir su país, esquilmados los medios productivos y pululando el hambre y la miseria por doquier, trabajaron de forma gratuita para generar producción y sacar al país adelante, unos porque estaban en paro, y otros, con empleo, lo hicieron al margen de su jornada laboral, ya de por sí muy precaria.
El escenario español presenta hoy situaciones parecidas, con más de 5 millones de actores en paro y millones de actores con salarios recortados, unido al miedo a perder el empleo. Otro número de actores, como ya vimos, continúa alimentando al déficit público.
Todo el mundo sabe que desde que se inventó la palabrita “globalización”, que fonéticamente es preciosa, el efecto ha sido el de dejar en manos de unos pocos manejar a su antojo la “economía del papel”, es decir la Bolsa, que sube y baja a diario según las decisiones diarias de esos pocos. Y el poder político en silencio.
 El tejido productivo, sin embargo, y como tal, tan afianzado en España—operado básicamente por las pymes—,ha ido desapareciendo del escenario económico. La reducción del consumo interior, la práctica ausencia de la incentivación fiscal, la carestía de los medios financieros, ciertos apuntes de la Reforma Laboral y un etcétera que no menciono, han provocado el cierre de muchas pymes y, consecuentemente, el desempleo, que cuesta mucho dinero al erario público. Me pregunto, ¿qué cuesta más dinero, pagar el desempleo o incentivar a las empresas para que mantengan el empleo? ¿Alguien ha hecho estas cuentas? Porque si el paro baja, la credibilidad exterior sube, la inversión exterior  crece, la tributación engorda. Y esto es un axioma irrefutable.
El poder ejecutivo nos repite una y mil veces el sofisma de que lo que está legislando es bueno para los españoles. ¿Para quién? Para los más débiles, NO.  Yo sí creo en la tan cacareada expresión de que “España somos todos”, pero TODOS.
Con esta afirmación, y volviendo al paro obrero, es dable decir que los ciudadanos que afortunadamente mantienen su empleo, no precisamente digno y justo, están aportando al cajón público un dinero que se destina, entre otros asuntos, a pagar el desempleo.
Los desempleados, generalizando, aun percibiendo un ingreso procedente de la pensión del paro obrero—raquítica y condicionada en el tiempo—, cruzan el día a día sin nada que hacer, hastiados de sentirse impotentes  y hartos del tedio, la desesperanza y el desencanto que les consume. He hablado con muchos parados y la inmensa mayoría me han asegurado que volverían a SENTIRSE PERSONAS si pudieran desarrollar cualquier tipo de actividad acorde con sus conocimientos, es decir, estando activos.
Cualquier empresario conoce que de los diversos elementos que conforman el costo de producción,  el concepto más importante es el del recurso humano, es decir el gasto de personal, que, en general, supera el 50%  del citado costo.
¿Cómo vería la ciudadanía española que los actuales desempleados, que cobran el subsidio de paro obrero, trabajasen, como contraprestación de ese subsidio, 15  horas semanales, con cierto diferencial salarial a cargo de la Empresa, procedente de incentivos fiscales, sin que ello suponga la pérdida del puesto de trabajo de NINGUNO de los actuales empleados? ¿Hablaríamos del “milagro español”?
Creo que hablamos de pura SOLIDARIDAD de los españoles para, juntos,   enriquecer la economía del país. Y si enriquecemos la economía es seguro que luego se creará empleo para los actuales desempleados. Todo el mundo sabe que si la economía funciona, el paro se reduce. La historia nos dice que esas son las reglas del juego en las economías de capital, como es la nuestra. El ejecutivo nos habla continuamente de la necesidad de crear empleo. Pero nada ha dicho de cómo, previamente, impulsar la economía.
Y centrando la respuesta en tres segmentos de población, ¿qué opinarían  las cúpulas sindicales, empresariales y la clase política? Como ya dijo el Sr. Shakespeare, that is the question.
La puesta en marcha de estas reflexiones, si fueren consideradas válidas por los  diversos agentes sociales, quedaría en manos del poder legislativo, a iniciativa del poder ejecutivo, dictando la correspondiente normativa, que no es simple, incluyendo, entre otras, la reforma de la Carta Magna, de los Estatutos Autonómicos, de las leyes electorales, etc. hasta redactar la norma adecuada—imposibilitando la picardía de algunos empresarios listillos—, para la adscripción especial de desempleados en las Empresas, que deberán producir riqueza y, en consecuencia, se creará nuevo empleo, crecerá el consumo interior y se incrementarán los ingresos del Estado por una mayor tributación, aun incentivando a las Empresas. ¿Facilitaría las cosas la reducción de la jornada de trabajo semanal? En pura lógica, SÍ.
Termino diciendo que el deudor de las posibles ayudas dinerarias  europeas, de las que tanto se habla, debe ser el conjunto de las entidades financieras españolas que las reciban, y no el Estado. Éste debería, en todo caso, constituirse en avalista de las Pymes españolas que necesiten créditos  para entrar de nuevo en producción con la adscripción de los desempleados citados. Entre otros estadios, existe mucha infraestructura pública paralizada.
                                                      Óscar Gutiérrez Ojeda
                  Las Palmas  de Gran Canaria,  Agosto de 2012

Este artículo fue publicado en el periódico La Provincia el 10 SEP 2012                    

YO ACUSO

* Al ministro de Justicia, por ignorar la lentitud procesal en los Juzgados sin querer ver la imperiosa necesidad de informatizarlos, permitiendo se consuman y desperdicien innumerables horas de trabajo simplemente cosiendo miles de papeles con hilo y aguja, y su correspondiente almacenamiento,  en pleno siglo XXI. A su vez, propone o apoya el indulto a personajes que se han apropiado indebidamente de millones de Euros, y nunca a favor de quien ha hurtado alimentos por cantidades ridículas de dinero, y no para su negocito sino  para llevar comida a casa.
* A la ministra de Empleo, por redactar las bases de la célebre Reforma Laboral, consiguiendo con ello únicamente incrementar el desempleo que, en sólo un año, ha pasado de algo más de 5 millones a casi 6 millones de parados, sin incluir al ex marido de la Sra. Mato, pues, al parecer, el Estatuto de los Trabajadores no  permitía despedirlo. Por si esto fuera poco, completa su tiempo asomándose a las ventanas televisivas para contarnos historias que no concuerdan con la realidad del día a día que estamos viviendo. Baje a la calle, Señora, y hable con los ciudadanos, los que le votaron y los que no le votaron.
* Al ministro de Hacienda, que ha llevado adelante una reforma fiscal, no solamente incrementando los impuestos indirectos, que pagan todas las clases sociales, sino también los directos, en todos los tramos de la escala, cuando debió aplicar la subida sólo en los tramos más altos. A su vez, lo acuso de no fomentar incentivos fiscales a favor de las empresas, lo que, con total seguridad, supondría la creación de empleo. Un ejemplo: En tiempos de bonanza se creó una deducción sobre la cuota del impuesto de las empresas de 6.000 Euros por cada  empleo nuevo, o incremento de plantilla, de personas con discapacidad, con el fin de favorecer el empleo de éstas, aunque sujeto a  ciertos condicionantes. Ello sigue vigente ¿Por qué hoy, con la situación existente, no se hace extensivo ese incentivo a la creación de empleo de cualquier parado? Sin embargo, ha dedicado su pensamiento a amnistiar fiscalmente a quien blanquee en España dinero negro, de una manera tan sencilla que ni siquiera se exige declarar el origen o procedencia de ese dinero. ¿A quién pretendía beneficiar?
* Al ministro de Economía, que no alcanzó a ver y, por tanto, desaconsejar la Reforma Laboral que  puso en marcha la ministra de Empleo. Su trabajo debe ceñirse a encontrar fórmulas para impulsar la economía— lo que conllevaría inevitablemente  la consiguiente creación de empleo—, en vez de gastar su tiempo en acechar los movimientos de la prima de riesgo y profetizar el fin de la crisis continuamente, dirigiéndose en estos términos  a los españoles, que ya estamos cansados de oír lo mismo sin ver los resultados profetizados.
* Al ministro de Agricultura, para recordarle que los trabajadores del campo, con ocasión del “ladrillazo” que nació a partir de la nueva Ley del Suelo de 1998, emigraron hacia el “ladrillo”, y desde allí emigraron hacia el paro, donde siguen anclados. ¿Qué ha hecho para favorecer la vuelta a sus orígenes, al campo? Cada vez que me como una pera o una manzana me como un fruto de extramuros. A lo que parece, es más interesante para el Tesoro público ingresar derechos aduaneros que impuestos nacidos desde la existencia de  una economía rural apoyada, aunque sólo fuere logísticamente, por el Estado o las autonomías. El campo está desierto de hombres y de cultivos. ¡Qué pena!
* Al Presidente del Gobierno, que, como tal, ha autorizado con su firma los inventos improvisados, infructuosos o erróneos de sus ministros, sin que se hayan medido debidamente las consecuencias que, al menos a corto y medio plazos, podrían producir y están produciendo. Parece que cada ministro mira sólo para su ombligo o cartera, sin considerar las interrelaciones  departamentales y, por tanto, el efecto final que cada norma está produciendo en el ombligo de los ciudadanos, que es siempre  el más importante por su posición de sujeto pasivo frente a cualquier normativa. Quizás el papel principal del pastor es apaciguar a sus ovejas y defenderlas con uñas y dientes frente al lobo. El pastor español no para de hablar a sus ovejas en un intento de apaciguarlas, pero creo que no ha sabido defenderlas enérgicamente frente al lobo alemán. Antes al contrario, primero le ordenó llevar adelante la congestión del gasto a cargo del más débil.  Y ahora se ha permitido la gracia de  decirle que su buen camino no es otro que volar con sus huevos a cuestas hacia Sudamérica. Esto, que parece una coñita, es un insulto, puesto que el citado lobo piensa que el pastor español no sabe ni tan siquiera donde vender  los huevos, ni  la lana, ni la leche de sus ovejitas. Esta coñita, repito, es válida entre amiguillos, pero no entre Estados. Por cierto, a este lobo alemán le están temblando las piernas  después de escuchar recientemente al pastor británico.
* A todos los partidos políticos, por no querer—como decía mi tía Lala—soltar la teta. Ninguno de ellos ha puesto una pica en Flandes para proponer al resto una reducción  del número de miembros de las cámaras a todos sus niveles, como son Congreso, Senado, Parlamentos autonómicos, Diputaciones provinciales, Cabildos insulares canarios y Ayuntamientos. La mitad de esos miembros es más que suficiente para que tales cámaras funcionen. Y a quien no lo crea, que me lo cuente. ¿Cuántos millones de Euros ahorraría el erario público, que podrían destinarse a Educación, Sanidad y Servicios Sociales? Sabios españoles emigran a otros países que les cobijan y pagan bien, porque en nuestro país se  recorta el dinero hasta a la investigación.
* A la Sra. Cospedal, porque está convencida de que yo soy un ignorante cuando dice y repite que el Sr. Bárcenas no “está” en el Partido Popular  desde el año  2009. ¡Señora, por Dios! ¿Es usted boba o a mí me toma por bobo con tan infantil afirmación? Este caballero, efectivamente, no “está” en el Partido, pero sí “está” (hasta hace pocos días) en las oficinas centrales del Partido, perfectamente instalado con todos los servicios y, además, gratis. ¿Qué hacía allí? ¿Para quién trabajaba?
* A las cúpulas sindicales, a todos los niveles, porque nunca  han sugerido ideas concretas para encaminar la economía y, consecuentemente, el empleo. Tampoco han renunciado a un solo Euro de sus emolumentos, o, al menos, no lo han hecho púbico. Lo único que sí han hecho es enviar a los pobres parados a la calle, cargados de pancartas alusivas a sus sindicatos. Les sugiero hablen con sus bases—entiéndase desempleados—y con el Gobierno, proponiendo, por ejemplo, que los parados, voluntariamente y como contraprestación a su raquítica pensión, trabajen 15 horas semanales con transporte gratuito durante un tiempo prudencial y no indefinidamente. Esto no es ninguna barbaridad. Yo he hablado con muchos parados, quienes me hacen comentarios en esta línea como medida para olvidar el tedio y el desencanto que les consume, para sentirse personas. ¿No es cierto que ese camino reactivaría la economía?  ¿No es tan cierto que si la economía crece también crece el empleo?
*Al  Tribunal de Cuentas, que opera con tal lentitud que muchos hechos irregulares no se pueden juzgar por simple prescripción. Sin embargo, sus miembros cobran puntualmente cada fin de mes.
* Por último— y no he acabado con las acusaciones—, YO ME ACUSO de plagiar el TITULO de  un artículo que publicó en 1898 el periodista y escritor francés Émile Zola, con ocasión del triste y célebre caso Dreyfus.
                                                                                Óscar Gutiérrez Ojeda
                                                                                                Febrero  2013

Este artículo fue publicado en La Provincia el 27 FEB 2013

A MI AMIGO BENEDICTO


En verdad, en verdad te digo, lector, que el Papa Benedicto XVI  y yo no somos ciertamente amigos. Ni  tan siquiera le he  conocido personalmente. Pero lo han sometido a una serie de situaciones adversas de tal magnitud que lo lamento como si de un buen  amigo se tratara.
 Anunció al mundo su “abdicación”, argumentando que lo hacía simplemente “por falta de fuerzas”, lo que yo, dicho así, no lo creo “ni jarto  ron”, como diría mi abuelo Juan. La denuncia pública de tantos casos de pederastia causados por varones clericales, surgidos muy probablemente por inclinaciones paidofílicas consecuencia del voto de castidad, le han creado un verdadero atosigamiento, viéndose, además, acuciado por muy diversas opiniones emanadas desde dentro de su casa.
De otro lado, el poder financiero de la Iglesia, como sabemos, está concentrado en el IOR (Instituto para las Obras de Religión), más conocido como el Banco Vaticano. Éste le creó importantes  quebraderos de cabeza, hasta el punto de que intentó tener mayor control y más transparencia sobre sus cuentas, que no consiguió por ciertas presiones internas. Al parecer, existe mayor secretismo en el Banco Vaticano que en los pasillos de la Santa Sede.
 Desconozco si Benedicto XVI, aun teniendo una trayectoria conservadora, tuvo alguna vez en su pensante cabeza el deseo o la propensión de inclinarse hacia la necesidad o conveniencia de introducir algunos cambios en las estructuras eclesiales, pues los tiempos corren y ya no estamos en la era del feudalismo. Seguramente hizo algunos intentos, que no llegaron a buen fin. En consecuencia, estos hechos y algunos más que desconozco, y que sí conoce la Curia romana, le hicieron perder su ánimo hasta el punto de que sintió su mente deteriorada, yo diría  aniquilada, como ser humano que es. Así, pues, su marcha no fue por simple falta de fuerzas. 
Se afirma que Dios creó al hombre. Alguien asegura lo contrario, es decir que el hombre creó a Dios desde los tiempos anteriores a Matusalén. En todo caso, lo que sí pienso, leyendo la historia, es que Dios es una cosa y la Iglesia, creada por el hombre,  es otra cosa. ¿Acaso Dios dijo que sus representantes en este planeta con facultad de perdonar las malas acciones tendrían que ser necesariamente varones? ¿Es que Dios dijo, además, que tendrían   que vivir manteniendo, bajo juramento, voto de pobreza, obediencia y castidad? ¿Dijo también que la mujer religiosa de profesión, la monja, sería siempre la sufrida, la esclava y hasta la sirvienta del varón, sin cobrar ni una de las futuras pesetas, como así lo ha sido y lo sigue siendo? ¿A quién se lo dijo? Estos interrogantes que yo me hago  me llevan a reafirmarme en la idea de que Dios es una cosa y la Iglesia, que es quien  ha instituido tales preceptos, es otra cosa.
Y así, a diversos niveles como, por ejemplo, España. El Sr. Rouco, jefe de la Iglesia española, nada ha dicho en relación a los 6.200.000 parados que existen en el país, malcomiendo gracias a las pobres ayudas de familiares y vecinos, mientras que él  come y bebe bien a diario. ¿Qué hace con los casi 11.000 millones de Euros que recibe la Iglesia Católica española, de los que una buena parte proceden del dinero público, sin recortes, al margen  del IRPF?
Tampoco ha denunciado públicamente los casi 15.000 desahucios producidos en  España, así como las vidas perdidas, por suicidio, de algunos ciudadanos, deshechos en su desesperación porque, además de pasar hambre, se quedaban sin techo donde vivir sus familiares, todos en situación de paro.
Por lo visto, la vida de un feto es la única vida importante para este señor. ¿Esto lo denuncia Dios, que dicen que todo lo ve, o la Iglesia? Y, además, se permite atacar al poder civil, que acepta el ataque, para que modifique de inmediato la Ley del aborto. Como siempre, la mujer, por ser mujer, no decide. Las demás miserias que está atravesando el país no las menciona, pues debe estar convencido de que España es un verdadero paraíso, un calco de su palacio. ¡¡Qué poco pudor!! Desde luego, es un varón representante de la Iglesia, la que destrozó a Benedicto XVI. No es un representante de Dios.

                                                                                  Óscar Gutiérrez Ojeda
                                                                                                        Abril 2013

Este artículo se publicó en la sección  “Opinión” del periódico  La Provincia, en su edición del domingo día 12 de Mayo de 2013.


LOS DIAS CORREN..EL TREN NO CORRE



     Los días corren, las 79 personas que perdieron su vida corrieron hacia las estrellas y el maquinista del tren no para de correr en el tren de la culpabilidad, sumido en la pena, la desesperación y la vida sin vida.
¿Culpable de la desgracia? Todas las voces dicen que es el maquinista. Ni tan siquiera citan al revisor o interventor, que cometió la imprudencia—¿o negligencia?—de hablar telefónicamente con el maquinista durante dos minutos en un momento en que, sólo viendo el paisaje, muy conocido, sería motivo más que suficiente para no interrumpir  al maquinista.
Yo recuerdo ir en automóvil de Santiago de Compostela a Vigo acompañado de familiares que llevaban teléfonos móviles. Esos aparatitos nos indicaban el camino a seguir audiovisualmente. Llegando a la periferia de Vigo nos indicó el camino más directo para llegar a nuestro destino, diciéndonos, inclusive, el tiempo que faltaba para llegar. La llegada a casa de nuestro amigo fue puntual. Y esto ocurrió hace dos años.
Recordando este  antecedente, alzo mi voz para decir quién debe ser el PRIMER CULPABLE de esta desgracia: La RENFE.
¿Cómo es posible que en pleno año 2013 exista transporte de personas  por vía férrea  que no disponga de medios  informáticos o electrónicos que superen lo que un simple teléfono móvil es capaz de hacer? Y si hablamos de alta velocidad, ¿cómo es esto posible?
Supongamos que el maquinista sufre un infarto o una pérdida de sentido, aun después de ser sometido a revisiones médicas periódicas. ¿Quién para el tren?, ¿quién evita un choque?, ¿quién reduce la velocidad?. ¿Es que desconocemos la fuerza o impulso que producen toneladas en movimiento?
Ahora, después de la desgracia, parece que el Presidente de RENFE y alguien más sí conocen esa fuerza y se quitan de en medio diciendo que de inmediato se tomarán las medidas adecuadas, tanto en las máquinas como en el trazado de los rieles.
Como decimos en Canarias, después del conejo ido, palos a la madriguera.


                                                                       Óscar Gutiérrez Ojeda
                                                                                         Agosto 2013