En verdad, en
verdad te digo, lector, que el Papa Benedicto XVI y yo no somos ciertamente amigos. Ni tan siquiera le he conocido personalmente. Pero lo han sometido a
una serie de situaciones adversas de tal magnitud que lo lamento como si de un
buen amigo se tratara.
Anunció al mundo su “abdicación”, argumentando
que lo hacía simplemente “por falta de fuerzas”, lo que yo, dicho así, no lo
creo “ni jarto ron”, como diría mi
abuelo Juan. La denuncia pública de tantos casos de pederastia causados por
varones clericales, surgidos muy probablemente por inclinaciones paidofílicas
consecuencia del voto de castidad, le han creado un verdadero atosigamiento,
viéndose, además, acuciado por muy diversas opiniones emanadas desde dentro de
su casa.
De otro lado,
el poder financiero de la Iglesia, como sabemos, está concentrado en el IOR
(Instituto para las Obras de Religión), más conocido como el Banco Vaticano.
Éste le creó importantes quebraderos de
cabeza, hasta el punto de que intentó tener mayor control y más transparencia
sobre sus cuentas, que no consiguió por ciertas presiones internas. Al parecer,
existe mayor secretismo en el Banco Vaticano que en los pasillos de la Santa
Sede.
Desconozco si Benedicto XVI, aun teniendo una
trayectoria conservadora, tuvo alguna vez en su pensante cabeza el deseo o la
propensión de inclinarse hacia la necesidad o conveniencia de introducir
algunos cambios en las estructuras eclesiales, pues los tiempos corren y ya no
estamos en la era del feudalismo. Seguramente hizo algunos intentos, que no
llegaron a buen fin. En consecuencia, estos hechos y algunos más que
desconozco, y que sí conoce la Curia romana, le hicieron perder su ánimo hasta
el punto de que sintió su mente deteriorada, yo diría aniquilada, como ser humano que es. Así, pues,
su marcha no fue por simple falta de fuerzas.
Se afirma que
Dios creó al hombre. Alguien asegura lo contrario, es decir que el hombre creó
a Dios desde los tiempos anteriores a Matusalén. En todo caso, lo que sí
pienso, leyendo la historia, es que Dios es una cosa y la Iglesia, creada por
el hombre, es otra cosa. ¿Acaso Dios
dijo que sus representantes en este planeta con facultad de perdonar las malas
acciones tendrían que ser necesariamente varones? ¿Es que Dios dijo, además,
que tendrían que vivir manteniendo, bajo juramento, voto de
pobreza, obediencia y castidad? ¿Dijo también que la mujer religiosa de
profesión, la monja, sería siempre la sufrida, la esclava y hasta la sirvienta
del varón, sin cobrar ni una de las futuras pesetas, como así lo ha sido y lo
sigue siendo? ¿A quién se lo dijo? Estos interrogantes que yo me hago me llevan a reafirmarme en la idea de que
Dios es una cosa y la Iglesia, que es quien
ha instituido tales preceptos, es otra cosa.
Y así, a diversos
niveles como, por ejemplo, España. El Sr. Rouco, jefe de la Iglesia española,
nada ha dicho en relación a los 6.200.000 parados que existen en el país,
malcomiendo gracias a las pobres ayudas de familiares y vecinos, mientras que
él come y bebe bien a diario. ¿Qué hace
con los casi 11.000 millones de Euros que recibe la Iglesia Católica española,
de los que una buena parte proceden del dinero público, sin recortes, al margen
del IRPF?
Tampoco ha
denunciado públicamente los casi 15.000 desahucios producidos en España, así como las vidas perdidas, por
suicidio, de algunos ciudadanos, deshechos en su desesperación porque, además
de pasar hambre, se quedaban sin techo donde vivir sus familiares, todos en
situación de paro.
Por lo visto,
la vida de un feto es la única vida importante para este señor. ¿Esto lo
denuncia Dios, que dicen que todo lo ve, o la Iglesia? Y, además, se permite
atacar al poder civil, que acepta el ataque, para que modifique de inmediato la
Ley del aborto. Como siempre, la mujer, por ser mujer, no decide. Las demás
miserias que está atravesando el país no las menciona, pues debe estar
convencido de que España es un verdadero paraíso, un calco de su palacio. ¡¡Qué
poco pudor!! Desde luego, es un varón representante de la Iglesia, la que
destrozó a Benedicto XVI. No es un representante de Dios.
Óscar Gutiérrez Ojeda
Abril 2013
Este artículo
se publicó en la sección “Opinión” del
periódico La Provincia, en su
edición del domingo día 12 de Mayo de 2013.
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