sábado, 22 de diciembre de 2007

De mi libro «La Jarca» (capítulo 10)

Canturriando



Iba Chanito Bocaplato un sábado por la tarde, casi oscureciendo, con una chispa encima que ni pa Dios, dando bandazos de un lado a otro de la calle, allí por el Callejón de Los Majoreros p’abajo, cuando va y se topa de frente con Lucas, que venía del trabajo, quien, al verlo así, va y le dice:

— ¿Está pidiendo práctico, Chanito? Porque a este paso no atraca en su casa ni a la de tres.

Y Chanito, agarrando tino y con una mirada tristona de perro viejo que daba hasta pena, le suelta:

—Mire, Lucas, déjese de coñas que yo no soy ni el Viera y Clavijo ni el Qüin Mery. Si me alcanza a mi casa se lo agradezco.

—Aquí tiene un amigo, ¿oyó? Pero pa mí que cuando llegue a su casa va a alcanzar pa tabaco. ¡Como si yo no conociera a su mujer!

Lucas agarra y calza por el hombre, que se le quedó colgado al totizo y, con la misma, en medio de la chispa, Chanito que levanta el gallo y pega a cantar habaneras, al tiempo que caminaban.

Al ratito atina a pasar por allí D. José el Pinisular, y cuando ve aquel espectáculo va y suelta por aquella boca, queriendo armar la coña:

—Lucas, ¿Chanito va en do bemol?

—No, coño, va en mí sostenido, ¿no lo ve?

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