Canturriando
Iba Chanito Bocaplato un sábado por la tarde, casi oscureciendo, con una chispa encima que ni pa Dios, dando bandazos de un lado a otro de la calle, allí por el Callejón de Los Majoreros p’abajo, cuando va y se topa de frente con Lucas, que venía del trabajo, quien, al verlo así, va y le dice:
— ¿Está pidiendo práctico, Chanito? Porque a este paso no atraca en su casa ni a la de tres.
Y Chanito, agarrando tino y con una mirada tristona de perro viejo que daba hasta pena, le suelta:
—Mire, Lucas, déjese de coñas que yo no soy ni el Viera y Clavijo ni el Qüin Mery. Si me alcanza a mi casa se lo agradezco.
—Aquí tiene un amigo, ¿oyó? Pero pa mí que cuando llegue a su casa va a alcanzar pa tabaco. ¡Como si yo no conociera a su mujer!
Lucas agarra y calza por el hombre, que se le quedó colgado al totizo y, con la misma, en medio de la chispa, Chanito que levanta el gallo y pega a cantar habaneras, al tiempo que caminaban.
Al ratito atina a pasar por allí D. José el Pinisular, y cuando ve aquel espectáculo va y suelta por aquella boca, queriendo armar la coña:
—Lucas, ¿Chanito va en do bemol?
—No, coño, va en mí sostenido, ¿no lo ve?
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