viernes, 26 de marzo de 2010

IN MEMORIAM DE JUAN RODRIGUEZ MARRERO

Juanito, como así le llamábamos cariñosamente, nos dejó. Hombre de palabra llana y directa, sin circunloquios de clase alguna, le hizo ser persona muy apreciada por todos los que le conocimos, que fuimos muchos.
Siempre preñado de buen humor conseguía, sin pretenderlo, transmitir felicidad a toda persona que estuviese a su lado en cualquiera de los círculos en que se movía, desde la Playa de Salinetas, o los Amigos Canarios de la Ópera, hasta el Real Club Náutico, cruzados por el Club de Aeromodelismo R/C Gran Canaria y otros lugares, fueren públicos o privados.
Cada mañana, al amanecer y antes que cantara el gallo, ya cantaba Juan con su magnífica voz de tenor, tarareando aquello de que su carro se lo robaron, y todo ello lo hacía durante la hora, ¿o dos horas?, de caminata diaria a buen ritmo.
Pero la mente es muy misteriosa y, como tal, es traicionera. Su traición consistió en afilar los colmillos y hundirlos en las células de tan optimista y clara cabeza que la Naturaleza le regaló.
Fué un hombre tan afortunado que hasta gozó del gran amor, encarnado en Carmen, su encantadora mujer, quien le dió, además, unos hijos envidiables, de lotería, como se decía en tiempos antiguos.
Juanillo: Sepas que seguimos contando tus innumerables chascarrillos, que permanecerán imborrables en nuestra mente.
Para Carmen y tus hijos, un beso.

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